lunes, 22 de marzo de 2010

INICIO PRIMAVERA 2010 EN HIGUERA DE ALBALAT






Hemos dejado atrás un invierno largo y frío que nos ha obsequiado con bonitas estampas de nuestro pueblo nevado, y hemos iniciado la primavera con tres días por delante para disfrutar del campo.






No han visitado el pueblo muchas personas, pero si podemos decir que ha estado bastante animado, gracias a que la asociación ecuestre AHECO, ha iniciado una nueva temporada con una ruta a caballo con recorrido por diferentes pueblos de la zona, terminando el sábado en Higuera con una Misa Rociera para bendecir el recién estrenado ESTANDARTE con el que se identificaran a partir de ahora, convirtiéndose en santo y seña de este grupo de personas que con estas iniciativas colaboran en mantener una cierta actividad en nuestro pueblo.

 






El sábado amaneció templado pero con mucho viento y amenazando lluvia, cosa que ocurrió una vez entrada la mañana, pero esto no impidió a los 25 o 30 caballeros colocar sus monturas e iniciar un paseo matinal presidido por el novedoso estandarte, con la imagen de la virgen de Guadalupe por una cara y enseñas y nombre por otro.

Una vez en la plaza y los caballos colocados se inició la misa, esta estuvo marcada siempre por una bonita voz acompañada por la guitarra, y desde luego por la presencia del estandarte junto al altar sostenido por dos ilustres caballeros.

Despues de la misa  hubo charla-coloquio sobre la nueva normativa de identificación animal y más tade comida y fiesta hasta que el cuerpo aguantó, aunque no todo fue protagonismo de caballos y caballeros, también hubo reunión de cazadores, con todo lo que esto supone.










De esta manera le dimos la bienvenida a la primavera, que esperemos sea larga para poder disfrutar de nuestros campos.





unamasuno

3 comentarios:

  1. Entre los sueltos caballos
    De los vencidos Cenetes,
    Que por el campo buscaban
    Entre la sangre lo verde,

    Aquel español de Orán
    Un suelto caballo prende,
    Por sus relinchos lozano,
    Y por sus cernejas fuerte,

    Para que le lleve a él,
    Y a un moro cautivo lleve,
    Un moro que ha cautivado,
    Capitán de cien jinetes.

    En el ligero caballo
    Suben ambos, y él parece,
    De cuatro espuelas herido,
    Que cuatro alas le mueven.

    Triste camina el alarbe,
    Y lo más bajo que puede
    Ardientes suspiros lanza
    Y amargas lágrimas vierte.

    Admirado el español
    De ver cada vez que vuelve
    Que tan tiernamente llore
    Quien tan duramente hiere,

    Con razones le pregunta,
    Comedidas y corteses,
    De sus suspiros la causa,
    Si la causa lo consiente.

    El cautivo, como tal,
    Sin excusas le obedece,
    Y a su piadosa demanda
    Satisface deste suerte:

    «Valiente eres, capitán,
    Y cortés como valiente:
    Por tu espada y por tu trato
    Me has cautivado dos veces.

    Preguntado me has la causa
    De mis suspiros ardientes,
    Y débote la respuesta
    Por quien soy y por quien eres.

    En los Gelves nací, el año
    Que os perdistes en los Gelves,
    De una berberisca noble
    Y de un turco matasiete.

    En Tremecén me crié
    Con mi madre y mis parientes
    Después que perdí a mi padre,
    Corsario de tres bajeles.

    Junto a mi casa vivía,
    Porque más cerca muriese,
    Una dama del linaje
    De los nobles Melioneses,

    Extremo de las hermosas,
    Cuando no de las crueles,
    Hija al fin de estas arenas,
    Engendradoras de sierpes.

    Cada vez que la miraba
    Salía un sol por su frente,
    De tantos rayos ceñido
    Cuantos cabellos contiene.

    Juntos así nos criamos,
    Y Amor en nuestras niñeces
    Hirió nuestros corazones
    Con arpones diferentes.

    Labró el oro en mis entrañas
    Dulces lazos, tiernas redes,
    Mientras el plomo en las suyas
    Libertades y desdenes.

    Apenas vide trocada
    La dureza de esta sierpe,
    Cuando tú me cautivaste:
    ¡Mira si es bien que lamente!»

    «Esta es la causa, español,
    Que a llanto pudo moverme;
    Mira si es razón que llore
    Tantos males juntamente.»

    Conmovido el capitán
    De las lágrimas que vierte,
    Parando el veloz caballo,
    Pare sus males promete.

    «Gallardo moro, le dice,
    Si adoras como refieres,
    Y si como dices amas,
    Dichosamente padeces.

    ¿Quién pudiera imaginar,
    Viendo tus golpes crueles,
    Cupiera un alma tan tierna
    En pecho tan duro y fuerte?

    Si eres del Amor cautivo,
    Desde aquí puedes volverte,
    Que me pedirán por voto
    Lo que entendí que era suerte.

    Y no quiero por rescate
    Que tu dama me presente
    Ni las alfombras más finas
    Ni las granas más alegres.

    Anda con Dios, sufre y ama,
    Y vivirás, si lo hicieres,
    Con tal que cuando la veas
    Hayas de volver a verme.»

    Apeóse del caballo,
    Y el moro tras él desciende,
    Y por el suelo postrado
    La boca a sus pies ofrece.

    «Vivas mil años, le dice,
    Noble capitán valiente,
    Pues ganas más con librarme
    Que ganaste con prenderme.

    Alah se quede contigo,
    Y te dé victoria siempre
    Para que extiendas tu fama
    Con hechos tan excelentes».

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  2. Yo no sé qué tieni,
    qué tieni esta tierra
    de la Extremaúra,
    que cuantis que llegan
    estos emprencipios
    de la primavera
    se me poni la sangre encendía
    que cuasi me quema,
    se me jincha la caja del pecho,
    se me jaci más grandi la juerza,
    se me poni la frente möorra.
    y barruntu que asina me entra
    como un jormiguillo
    que me jormiguea...
    ¡Y luego unas ansias
    que me ajogan de juerti que aprietan
    con arrempujonis
    de lloral sin querel, que me quean
    que cuasi reviento
    sin poel revental de la pena!...
    ¡Me dan unas ganas
    de metermi con cosas de juerza!...
    ¡Asín jundo el corti
    de la segureja,
    que lo mesmo ha caíu esta encina
    que si juesi de pura manteca!
    Yo no sé qué será lo que adentro
    me escarabajea
    cuantis llega esti tiempo tan güeno
    de la primavera...
    Digu yo que serán estos vahus
    que jecha la tierra,
    que güelin a ricos
    y paice que, asín que se cuelan,
    como que arrempujan
    de adentro pa juera,
    y levantan el pecho p'arriba,
    y entontecin de gustu que quean...
    ¡Juy, cómu me sabin!...
    ¡Juy, Dios, y qué juerza!
    Si viniese ahora mesmo aquí Gorio
    y quisiesi luchal una güelta...
    ¡Juy, Dios, qué Goriazo
    le jacía pintal en la tierra!
    Me gusta esti tiempo
    de la primavera;
    pero, ¡congrio!, me da mucha rabia
    no tenel una cosa que puea
    sacalmi del cuelpo
    el comuelgo n'a más de la juerza.

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  3. “¡Después de los paraísos fiscales, los paraísos judiciales!”. La exclamación es de Daniel Bensaïd (Elogio de la Política Profana, Península, 2009), quien explica cómo Estados Unidos o Israel utilizan la guerra contra el terrorismo para argumentar que torturas, secuestros o “ejecuciones extrajudiciales” deben quedar sin castigo penal. Pero resulta que el modelo está siendo exportado a otros países y a otras batallas, de forma que delincuentes de todo pelaje buscan la creación de sistemas de impunidad. España, por ejemplo, está destapándose como un verdadero paraíso judicial para políticos corruptos.

    La idea es buena. Los ladrones públicos del dinero público construyen así un doble sistema de seguridad. Las cuentas y sociedades abiertas en paraísos fiscales sirven para ocultar las comisiones ilegales y los billetes de 500 euros afanados con descaro. Y si por algún accidente o imprevisto trascienden noticias del atraco y algún fiscal o juez honrado se pone a hurgar donde no debe, se activan los mecanismos del paraíso judicial, controlado por personajes dispuestos a mirar hacia otro lado ante una denuncia por corrupción, anular escuchas o inventar interpretaciones jurídicas kafkianas.

    Es cierto que este tipo de comportamientos no son nuevos. Baste recordar el caso Naseiro, otro escándalo de corrupción del PP que fue archivado en junio de 1992 por el Tribunal Supremo, alegando deficiencias en la instrucción. Pero ahora se está produciendo un importante salto cualitativo: no estamos ante ejemplos puntuales de impunidad, sino ante un recurso masivo a los mecanismos propios de los paraísos judiciales, y además el sistema persigue y castiga a quien no acepta blanquear la estafa y la prevaricación.

    Seamos claros. El indecente comportamiento de Juan Luis de la Rúa, el magistrado más que amigo de Francisco Camps que le salvó de la causa de los trajes regalados y tiró a la basura un informe policial que denunciaba con todo lujo de detalles la financiación ilegal del PP valenciano, demuestra que lo importante no es prevaricar (como presuntamente hizo Camps) sino disponer de un juez dispuesto a prevaricar por ti (como presuntamente hizo De la Rúa). La indecente actuación de los dos magistrados del Tribunal Superior de Madrid que acaban de anular las escuchas en prisión de los cabecillas de la Gürtel demuestra que lo importante no es robar a paladas el dinero de los contribuyentes, sino tener a mano a un par de jueces dispuestos a interpretar convenientemente la ley. La indecente campaña de acoso y derribo montada por una jauría judicial contra el juez Baltasar Garzón demuestra que lo importante no es que un tesorero aparentemente corrupto lleve las finanzas de un partido, sino encontrar a profesionales de la toga dispuestos a acostarse con La Falange si con ello logran saldar sus venganzas y complejos.

    Este es el cuadro: los ladrones sin castigo, los magistrados que investigan a los delincuentes a punto de sentarse en el banquillo y los ciudadanos estupefactos. España, paraíso judicial.
    Público.com

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