miércoles, 28 de abril de 2010

SUBVENCIONES EN EL AREA DE INFLUENCIA SOCIOECONOMICA DEL PARQUE NACIONAL DE MONFRAGUE

CON FECHA DE HOY, 28 DE ABRIL DEL 2010, SE HA PUBLICADO EN EL D.O.E. LA ORDEN DE 19 DE ABRIL DE 2010 POR LA QUE SE CONVOCAN SUBVENCIONES EN EL ÁREA DE INFLUENCIA SOCIOECONÓMICA DEL PARQUE NACIONAL DE MONFRAGÚE PARA EL EJERCICIO 2010-2011. DEPENDIENTE DE LA CONSEJERÍA DE INDUSTRIA, ENERGÍA Y MEDIO AMBIENTE.


Información remitida por el Exmo. Ayuntamiento de Higuera de Albalat

Acceso DOE.
http://www.derecho.com/l/doe/orden-19-abril-2010-convocan-subvenciones-area-influencia-socioeconomica-parque-nacional-monfrague-ejercicio-2010-2011-2010050135/



unamasuno

4 comentarios:

  1. Yo, señores míos, soy un hombre de buen natural, ni de los que van para santos, ni de los que merecen condenarse; bueno cuando me ponen en condición de serlo, malo cuando me obligan a volver por mi interés; mas no tanto que puedan los más tirarme la piedra. El mundo es malo de por sí, y esta nuestra tierra de España tan sembrada y rodeada está de males, que no puede vivir en ella quien no se deje poner trabas en manos y pies, dogales en el pescuezo, que al modo de cordeles son las tantísimas leyes con que nos aprieta el maldito Gobierno, y lazos los arbitrios en que nos cogen para comernos tantos sayones que llamamos jefe político, alcalde, obispo, escribano, procurador síndico, repartidor de derramas, cura párroco, fiel de fechos, guardia civil, ejecutor y toda la taifa que mangonea por arriba y por abajo, sin que uno se pueda zafar... Yo, aquí donde me ven, no soy de los más legos, que los benitos de Lupiana me enseñaron lectura y escritura, y me apacentaron el entendimiento con libros que en mí dejaron alguna ciencia, aunque corta... Pero sin saber cómo pasé de aquel vivir a otro, y me metí a labrador, lo cual fue, pueden creérmelo, como meterme en el laberinto de la perdición y en el infierno de la miseria. Quien dice labranza dice palos, hambre, contribución, apremios, multas, papel sellado, embargo, pobreza y deshonra... Pues aunque labrador, digo que no soy lerdo, y que si no me falta paciencia, condición primera del que se pone a dar azadonazos en la tierra mirando siempre para el cielo, me sobra lo que llamamos orgullo, o como se dice, apersonamiento, que es el hipo de no dejarse atropellar, ni permitir que a uno le popen y atosiguen. Labrar la tierra es cosa dura, ¡ay!... ¡con doscientos y el portero!... y por labrarla de la peor suerte, con trabajo propio en tierras ajenas, salta en cada momento la cuestión de las cuestiones, aquella que ya trae revueltos a los hombres desde que los hijos de Adán, o sus nietos y biznietos, dieron en sembrar la primera semilla: la cuestión del tuyo y mío, o del averiguar si siendo mío el sudor, mía, verbigracia, la idea, y míos los miedos del ábrego y del pedrisco, han de ser tuyos los terrones abiertos y la planta y el fruto... Pues yo, que sé trabajar como el primero, que en el libro de la tierra y del cielo estrellado leo sin equivocarme, no he podido trabajar nunca sin que a cada vuelta me salieran la Partida tal, el Fuero cual, el fisco por este lado, la escribanía por otro, las ordenanzas, los reglamentos, las premáticas, el amo de la tierra, el amo del agua, el amo del aire, el amo de la respiración, y tantos amos del Infierno, que no puede uno moverse, pues de añadidura viene el sacerdote con sus condenaciones, y delante de todos el guardia civil, que se echa el fusil a la cara... y si uno chista, cátate muerto. ¿Quién vive así? Yo he sido honrado, luego tentado a no serlo. Me han perseguido, me han atropellado, me han quitado lo mío y lo que tomaba para que los tomadores de lo mío me pagaran con lo suyo... me han metido en cárceles, me han puesto en escritura con papeles, y aquí estoy valiendo menos que la tinta que gastaron en contar mis desavíos; he perdido en una semana lo que en seis años gané; he recibido palos y los he dado con más gana de romper cabezas que de guardar la mía, y, por fin, llego a la vejez cansado de la lucha y sin otro provecho que las amarguras, rabietas y achuchones...

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  2. Yo he mirado siempre por mis hijos, y ellos, si bien me quieren, mal me asisten, porque han heredado mi orgullosa condición, y son tales que no sufren dueño, de lo que resulta que descalabraron a mucha gente, y a más de cuatro hicieron sangre, pues cada cual tiene su honor, que no de otra manera que con sangría debe lavarse si es manchado. Mis hijos son bravos, sufridos, y de mucho ingenio para todo; sólo que no ha nacido quien los meta en cintura, porque yo, que hacerlo podría, he olvidado el modo de ordenar a los demás, no sabiendo ya cómo a mí propio me ordene. Somos todos indómitos, y aborrecemos leyes, y renegamos del arreglo que han traído al mundo los reyes por un lado, los patriotas por otro, con malditas constituciones que de nada sirven, y libertad que a nadie liberta, religión que a nadie redime, castigos que no enmiendan a nadie, civilización que no instruye, y libros que no se sabe lo que son, porque este los alaba y el otro los vitupera. Por encima, un Dios que mira y calla y no suelta mosca, y por debajo un Diablo que si uno quiere venderse a él, no da ni para zapatos: tacaño el de arriba, tacaño el de abajo, y los hombres que están en medio, más tacaños todavía... Y si con lo dicho les basta para conocerme, no se hable más, y socórranme, librándome de que la Guardia civil nos fusile, o de que un juez de manga estrecha nos meta en el pudridero de una cárcel... El señor Marqués, que es poderoso, hable con el Alcalde para que nos dé un salvoconducto con que podamos llegar a Madrid, pueblo grande y revuelto, donde hallaremos algún modo de vivir ni mas honrado ni más deshonrado que los muchos que por allí hay. Oíganlo, señores, y sean compasivos, y no nos tengan por peores que los tantísimos que andan por campos y ciudades amparados de leyes, vestidos de doctrinas, y con todos esos atalajes de honradez que han inventado los muchos para comer a costa de los pocos, o los pocos que supieron hacer su granjería de la necedad de los muchos.

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  3. NARVAEZ DE PEREZ GALDOS
    Opinó Taracena que no debíamos insistir. «Es un santo -nos dijo-, y si Dios le ha privado de juicio en esta hora última, será porque le tiene ya por suyo. Dejémosle, y si del descanso sale un ratito lúcido, le traeré fácilmente a la razón». Para ver si llevándole el genio se le despejaba la cabeza, le aseguró que él, sacerdote cristiano, era también druida, y que practicaba el rito celta en los plenilunios o fiestas de guardar.

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  4. A mi pregunta de si pensaba la tribu trasladarse a Madrid, contestó que él trataba de mantener a toda la familia en un haz y llevarla por un solo rumbo; pero que esto no sería fácil, y tendrían que dispersarse tomando cada cual por los caminos a que le llevasen sus diferentes querencias. «A todos mis hijos -prosiguió-, ha puesto el Señor mucha sal en la mollera, tanto que del rebosamiento de tanta sal han venido sus desafueros y las maldades de algunos. Y con la sal abundante les puso el Señor inclinaciones fuertes, a cada cual para lo suyo. A Gonzalo, que está presente, le tira la milicia, pero la milicia libre, que no hallará mientras no salten otras guerras como las pasadas; a Diego le tira la mar, de quien se enamoró en cuanto la vido en la salida del Ebro por los Alfaques, y tanto es su amor de las aguas, que en ellas se metería dentro de un zapato para ver toda tierra descubierta o por descubrir; a Gil le llama el mando, la guapeza, y no es capitán de bandoleros, porque eso no trae cuenta con tanta Guardia cívica que tenemos ahora; a Leoncio le tira la cerrajería fina, o sea el amañar armas de fuego, y llaves tan sutiles que con ellas no pueda cerrar y abrir quien no tenga el secreto; y si de Rodriguillo no diré, por razón de su corta edad, que está ya bien clara la inclinación, pienso que le tira la música, o el arte de sacar coplas y de componer lo prosaico con buena concordancia. Si unos irán con gusto a Madrid, otros quieren más campo, más aire y espacios grandes. De mí digo que me tira Madrid, porque habiendo padecido trabajos y agonías debajo del trillo, que con esto comparo al Gobierno y Fisco que nos aplastan, antes que ser la espiga que está debajo, quiero ponerme donde va el trillador, y ayudarle a llevar la máquina, si me dejan. Créanme los señores excelentísimos: mejor que ser la liebre guisada, es ser el cocinero que la guisa, ya que no sea uno el rico que se la come. Feo y mal mirado es el oficio de verdugo; pero vale más ser ejecutor de la justicia que ajusticiado. Labrador fuí, y los mejores años de mi vida me los entretuvo y gastó el amor de la tierra; mas desengañado ya y harto de fatigas sin fruto, digo: «¡Adiós, tierra, con doscientos y el portero!»... A mí me han molido, me han zarandeado, y me han quitado una y mil veces lo que gané con mi sudor. Déjenme ahora maldecir y renegar del diezmo, de la primicia, -77- del voto de Santiago, del apremio, del montonero, del embargo, de la mano muerta, de la mano viva. ¡Arre allá por cepas! Más vale saber que haber. Váyanse al demonio el alcalde, el jefe político, el regidor decano, el síndico personero, el agente de apremios, el recaudador, el fiel de fechos, el escribano, el alguacil, el del fielato, el pontonero, y cuantos tienen autoridad del Ministro para abajo. Pues ahora quiero yo vengarme, o como se dice, ponerme encima, y ya que mis espaldas saben a lo que saben los golpes, sepa también mi mano a qué sabe tener el palo, y con el palo licencia para pegar de firme.

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