LAS ENTREVISTAS DE HOY
Apicultor por tradición familiar, denuncia su indefensión ante los robos de colmenas
-Comenta que lo de apicultor es una tradición familiar...
-Así es. Toda mi familia se ha dedicado a ello. Mi abuelo era apicultor, mi padre también y ahora lo soy yo. Incluso mi madre y mi hermano, también son apicultores.
-Esta tradición familiar que ha decidido seguir... ¿lo hace por obligación o por vocación?
-Lo hago con mucho gusto, me encanta. Llevo trabajando en esto desde que tenía 17 años y ahora, ya adulto, he decidido seguir. Es un mundo muy bonito, al igual que la agricultura o la ganadería. Aprendes mucho a diario, de hecho no dejas de aprender cosas nuevas cada día. La verdad es que para mi, por lo que representa y siento, es una forma única de ganarme la vida.
-¿Cómo es la explotación que gestiona en la actualidad?
-Ahora cuento con unas 700 u 800 colmenas. Las tengo distribuidas en términos municipales de Higuera, Deleitosa y Robledollano. Aunque lo cierto es que voy a intentar ampliarlo.
-¿Con más colmenas?
-Sí. Con más colmenas y también comercializando mi propia miel. Hasta ahora la vendo a la cooperativa Sierra Miel, ubicada en las Hurdes, pero también quiero empezar a venderla bajo mi propia marca. Y en ello estoy, sacando el Registro sanitario para poder envasar mi propia miel y después venderla. Por otro lado tengo en proyecto la instalación de nuevas colmenas, poco a poco. Mi objetivo más inmediato es llegar a las 1.500, pero poco a poco porque las abejas que uso son las que se reproducen en mis propias colmenas, no las compro. Y eso va despacio, ya que en invierno, cuando están invernando, la población se reduce a lo mínimo.
-¿Cuántas abejas puede haber en una colmena?
-En invierno muy pocas, pero en primavera puede haber más de 50.000. Hay veces que literalmente no caben dentro de la colmena.
-Comenta que el número de abejas depende de la temporada, imaginamos que igual que el volumen de trabajo...
-Sí. La colmena, la producción de miel, solo funciona unos meses, de febrero a septiembre, que es cuando recolectamos el polen y la miel. El resto de meses el trabajo es escaso, me limito a atender a las abejas y a labores de mantenimiento de las colmenas, pero solo son días esporádicos. El resto de días me dedico a otras ocupaciones, también relacionadas con el campo.
-¿A qué se dedica de octubre a enero?
-Realizo cierres cinegéticos en fincas de la zona, de este modo complemento los ingresos de las abejas.
-Otro de los problemas que tiene son los robos en el campo, pues al estar las colmenas dispersas en el campo es algo difícil de controlar. ¿Cómo los combate?
-Hay muchos robos de colmenas, algo que nos afecta a todos los apicultores, y mucho. De hecho es uno de los motivos por los que algunos apicultores, unido a la mortalidad de las abejas, etcétera, se han retirado. Piensa que en un robo se pueden llevar 60 o 70 colmenas, y si cada una cuesta entre 100 y 120 euros... Para evitarlo o al menos identificar a los ladrones hemos instalado cámaras de seguridad, así como chips en las colmenas, que vía satélite emiten una señal cuando ésta se mueve. Ese aviso nos llega al teléfono móvil, y así podemos alertar a la Guardia Civil o ir nosotros mismos.
-¿Es un negocio rentable la apicultura?
-Bueno, se vive, y ya está. Te tiene que gustar. Ahora, por ejemplo, hay muchos apicultores nuevos, en parte atraídos por la existencia de subvenciones. Pero luego ven que no tiene tanta cuenta por la citada mortalidad debida en parte al cambio climático, a los robos,... y al final acaban abandonando.